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Todas las aventuras de Corto Maltes
Posted on 2010-04-13
|
More Fue, quiz¨¢s, el ¨²ltimo ¨ªcono de la historieta m¨¢s all¨¢ de antifaces o capas de colores: un h¨¦roe (o un antih¨¦roe) donde se sumaban los sue?os del adulto y las lecturas de la infancia, la mezcla absoluta y maravillosa de la literatura de aventuras de todos los tiempos, del c¨®mic, del cine. Un marino anarquista que tuvo y tiene la suerte o la desdicha de estar en el lugar inoportuno en el momento inadecuado, para ser testigo de las an¨¦cdotas de la historia y de las miserias y los pies de barro de muchos de esos hombres que han configurado la historia. Su engarce con el siglo veinte es tan absoluto, su fusi¨®n con el paisaje es tan lograda, que se consigue que no parezca un h¨¦roe de ficci¨®n, sino real, una vuelta de tuerca al juego de mezclar lo vivido y lo deseado, y es abundante la bibliograf¨ªa y la documentaci¨®n que, a posteriori, nos demuestra no que pudo estar all¨ª, sino que de hecho estuvo, y fue aut¨¦ntico. Corto Malt¨¦s, el marino sin barco que se present¨® atado a una balsa a la deriva en La balada del mar salado, la novela r¨ªo donde un veterano Hugo Pratt se dio por fin el capricho de contar lo que quer¨ªa sobre el oc¨¦ano Pac¨ªfico, la Gran Guerra y el romanticismo decadente de una ¨¦poca que mor¨ªa saqueando sin escr¨²pulos y con mucho amor escenas dispersas de pel¨ªculas de sesi¨®n continua y de novelas de aventuras y los trazos de pincel de maestros de la historieta como Milton Caniff o Frank Robbins. Con su f¨ªsico inconfundible de guapo desencantado de la vida y su nombre rid¨ªculo de caf¨¦ de estraperlo, Corto Maltese (un nombre que personalmente prefiero a su versi¨®n castellana) se gan¨® en seguida un hueco en el coraz¨®n de los lectores de todo el mundo. Era y es un perdedor, un hombre de principios y a la vez un pirata, superviviente a duras penas en amores y tambi¨¦n, casi siempre, fardo apartado en el camino de la b¨²squeda de tesoros frustrada y continua que es su vida. A trav¨¦s de su personaje, Hugo Pratt hizo al principio una bella radiograf¨ªa del siglo veinte y de los convencionalismos de la historia y la aventura, a los que en ocasiones dio la vuelta. Vagabundo y testigo m¨¢s que actor de su propia odisea, Corto Malt¨¦s vive en el respeto a los dem¨¢s porque en el fondo quisiera no meterse en l¨ªos, pero su alma de poeta revolucionario y, sin duda, el contacto con todos esos personajes reales a quienes su creador pone en un pedestal o, simplemente, baja a su sitio, tienen un peso inevitable en su formaci¨®n como persona. Hemos visto a Corto Malt¨¦s en los Mares del Sur, como el heredero nato que es de los relatos de Stevenson o Conrad. Y lo hemos visto tambi¨¦n deambulando por la jungla amaz¨®nica, y siempre un poco m¨¢s lejos lo recordamos en la guerra de las trincheras, en las brumas de Albi¨®n, que tambi¨¦n se llama Inglaterra, y en los desiertos de ¨¢frica y las nieves de Siberia y los fumaderos de China y los patios de Venecia. Dicen que Pratt quiso que Corto se quedara ciego en la guerra civil espa?ola, y que muriera loco en Chile en los a?os sesenta, pero no lleg¨® a contar el final de su personaje, que qued¨® como un mito de la eterna juventud que siempre permea sus historias. El mejor Corto Malt¨¦s es ese Corto apegado a la realidad, el Corto que busca tesoros y pelea con su eterno enemigo/compa?ero Rasput¨ªn o conversa con Arist¨®teles Onassis o comparte una botella con Ernest Hemingway: el Corto Malt¨¦s que era un aventurero descargado de ideales, s¨¢lvese quien pueda de s¨ª mismo, enamoradizo de adolescentes en flor, responsable de llevar a buen puerto las utop¨ªas ajenas para quedarse siempre en las manos con un nuevo sue?o roto. Los encuentros con lo fant¨¢stico de esa primera y mejor ¨¦poca del personaje no descargan su validez como f¨¢bula pol¨ªtica, llenando la aventura de la magia indispensable que dicen que existe m¨¢s all¨¢ de la infancia. Sin embargo, quiz¨¢s influido por un personaje que le debe mucho, Indiana Jones, el marino de Malta pronto dejar¨ªa de ser un testigo de la historia para convertirse, ay, en un continuo buscador de tesoros fabulosos, contagiando de hermetismo y cabalismo sus historias. A medida que el personaje se zambulle en tarots extra?os y su autor descuida el dibujo (pero volviendo a Corto cada vez m¨¢s bello, m¨¢s varonil, m¨¢s ic¨®nico), toda la magia de la enso?aci¨®n por la aventura se pierde por culpa de esa aventura algo absurda de buscar solamente la enso?aci¨®n de la magia. O, dicho de otra manera: el papanatismo de volcar a la historieta una vocaci¨®n herm¨¦tica rompe por desgracia la baraja de lo que el personaje era. Tras la larga aventura siberiana, el Corto que amamos y conocimos, el Corto con quien nos hubiera gustado tomar una grappa o a quien nos habr¨ªa encantado escuchar relatando historias se convierte ni m¨¢s ni menos que en el conducto para narrar, o no narrar, aventuras cargadas de incomprensibles detalles m¨ªsticos que ahogan, por zambullirse en la paranoia fant¨¢stica como si de verdad existieran todas esas supuestas conexiones cosmog¨®nicas, el atractivo del h¨¦roe (o el antih¨¦roe) que un d¨ªa fue. Y fue, ni m¨¢s ni menos, el m¨¢s digno heredero de la literatura de aventuras, el pirata bueno que amaba de lejos a las princesas, un tunante de buen coraz¨®n y mirada de hielo. Lo que siempre quisimos ser, con sus patillas y su aro en la oreja y su gorra ladeada y su levita azul marino, el ladr¨®n de afectos que todav¨ªa nos enamora. DESCARGAS Aqu¨ª van los distintos episodios, comenzando por "La Balada del Mar Salado", publicada originalmente en la revista Sargento Kirk (Italia) en 1967. Luego de este brillante debut, de casi dos a?os de desarrollo, Hugo Pratt sigui¨® cont¨¢ndonos las aventuras del Corto en una serie de 21 episodios autonconclusivos, publicados originalmente en la revista francesa Pif Gadget desde abril de 1970 hasta abril de 1973. Tras esa serie, y luego de un a?o sab¨¢tico, comienza el ciclo de aventuras de mayor extensi¨®n, la primera de ellas, ya evidencia las nuevas inquietudes de Hugo Pratt, que va delegando parte de su trabajo a nuevos ayudantes (dibujo de trenes, autom¨®viles y aviones, coloreado) Luego, la m¨ªtica y amada Venecia se convierte en protagonista central de una nueva aventura: El tiempo parece no pasar para el marinero malt¨¦s, quien ya a mitad de la tercer d¨¦cada se embarca en la b¨²squeda de un fabuloso tesoro, desandando la ruta de Alejandro de Macedonia (claro que el Corto, encuentra otras cosas, entre ellas, su doble y un pelot¨®n de fusilamiento). Finalmente, Argentina, otra de las tantas patrias del infatigable Pratt, es el escenario de una de las ¨²ltimas aventuras del Corto: . Luego de sus andanzas al comp¨¢s del dos por cuatro, el inquieto marinero vive la m¨¢s on¨ªrica de sus historias en Suiza. . La ¨²ltima aventura escrita por Pratt (tengo entendido que est¨¢ a punto de aparecer una nueva historia, autorizada por la titular de los derechos del Corto), esta vez, en busca del m¨ªtico continente . Que lo disfruten!
Rating:
2.5 out of 5 by Book123 |
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